Al estallar la guerra civil española en julio de 1936, el sindicato anarquista CNT socializó la industria cinematográfica, de modo que en Madrid y en Barcelona los trabajadores del cine se hicieron cargo de los activos de producción. Así, entre 1936 y 1938, se estrenaron numerosas películas de temas muy variados, componiendo un variado mosaico que dio lugar a uno de los momentos más insólitos y originales de la cinematografía española.