Cuando su amigo Ali le muestra el contenido de un bolso extraviado que contiene el recibo de la compra de un collar, a Hussein el precio le resulta inimaginable. Su sentimiento de inferioridad crece cuando él y su amigo son confundidos con ladronzuelos de poca monta y también cuando, por su aspecto, se les impide el acceso a una joyería. Hussein trabaja repartiendo pizzas por los barrios más ricos de la ciudad. Tiene así la oportunidad de observar, siquiera fugazmente, el tren de vida que se oculta en esas viviendas de lujo. En una ocasión, sin embargo, se le presenta la oportunidad de probar las delicias y placeres de ese estilo de vida.