Después de varios años como misionero, don Matteo Minelli llega al pueblo de Gubbio para regir la iglesia de San Juan tras la muerte del anterior sacerdote. El obispo le encomienda dedicarse solo a la iglesia y no entrometerse en las investigaciones policiales. En la rectoría, la casa donde vivía el anterior sacerdote, don Matteo conoce a la gobernanta Natalina y al sacristán Pippo. Durante un bautizo, don Matteo se entera de un caso de suicidio y tras una investigación personal, descubre que se trataba de un asesinato encubierto, entonces acude al cuartel de los carabinieri donde el oficial Nino Cecchini escucha a don Matteo y comprueba que llevaba razón. El capitán Anceschi se entera de la intromisión del sacerdote en la investigación y prohíbe a Cecchini facilitar pruebas a don Matteo para descubrir al asesino.