El cardenal Wolsey atraviesa un mal momento, pero todavía no está fuera de juego. Aunque en el exilio político, intenta como último recurso lograr la ayuda de una vieja enemiga, la reina Catalina. Ella, dubitativa, finalmente apoya su plan, aunque se encuentra en una situación similar a la del cardenal. Pero sus intenciones llegan a oídos de los nuevos consejeros del Rey y Wolsey debe pagar el precio.