Tras encontrar los restos de una ejecutiva de una empresa juguetera envuelta y encogida con una muñeca, el director de la compañía les da a Booth y a Brennan acceso a las oficinas centrales y al laboratorio de prototipos altamente clasificados. Para Brennan el caso le plantea dudas a la hora de plantear la ética de su retoño respecto al uso de los juguetes.