En el siglo XVI, las Islas Canarias fueron escenario de intensos conflictos durante la invasión holandesa y los ataques piratas. El 26 de junio de 1599, el corsario holandés Van Der Does capturó Las Palmas, pero la resistencia canaria, liderada por Alonso de Alvarado y Antonio de Pamochamoso, logró repelir la invasión a través de astutas tácticas de guerrilla. La victoria canaria se consolidó a pesar de la destrucción provocada por los holandeses. En el siglo XVII, la amenaza continuó con el corsario inglés Sir Walter Raleigh y la incursión de Sir Robert Blake, quienes atacaron las islas en busca de tesoros. La férrea defensa española preservó las Canarias como un bastión estratégico en el Atlántico, mientras las islas continuaban su resistencia ante los embates de potencias europeas.