En plena Guerra Civil Española, aunque Canarias no sufrió los estragos bélicos de la península, la región experimentó severos problemas económicos y sociales, acentuados por el racionamiento de alimentos y la escasez de recursos. La posguerra trajo consigo un aumento en la pobreza y una ola de corrupción que favoreció a las clases dominantes. El mercado negro floreció como respuesta a las dificultades de suministro, mientras la gente se enfrentaba a la dura realidad del bloqueo económico y las malas cosechas. A pesar de los esfuerzos del régimen franquista por controlar la situación, la población canaria tuvo que adaptarse a nuevas formas de subsistencia y enfrentarse a un entorno cada vez más complicado.